La noche ha caído. Todo es oscuridad y el silencio reina. La bruma que inunda la noche es como un manto impenetrable que ahoga y asfixia cruelmente, al igual que los recuerdos reprimidos. Son recuerdos molestos que se aparcan ahí, en ese lugar de la mente destinado para su olvido. Y esta vez soy yo ese olvido que apartas de tus recuerdos. Una molestia que hay que olvidar, que tiene que desaparecer para siempre. ¡Qué cruel!, ¡qué irónico! Antes lo era todo para ti y… ahora no soy nada. Como aquel juguete de tu niñez que tanto te hizo soñar y que tan buenos momentos te dio. Seguro que ocupaba un puesto privilegiado en tu estante preferido. Pero luego, con el paso del tiempo, no se sabe por qué te aburriste de él y fue a parar al sucio rincón del olvido: oscuro y tétrico como la Noche Oscura.
Sí, me siento triste en esta Noche Oscura y eterna que has fabricado para mí; infinita y privada de la luz de la alegría, de los sentimientos, de las emociones, de la calidez de tu piel, de tu sonrisa, de tu aroma a grosellas y rosas. Me siento privado de toda tu persona por culpa de esta noche que me tortura. Sí, la Noche Oscura ha caído sobre mí como una pesada losa de mármol en la fosa del olvido.
