16/9/09

HOY HE LLORADO:


Quién es el guardián de mis sentimientos, quién es el policía de mis emociones, quién el juez de mi destino;
por qué se me juzga de ladrón cuando no conozco la pasión.

Hoy he llorado, sí, llorado y pensado mil formas de terminar con esta amarga existencia.

Dios sabe que he luchado con todas mis fuerzas por tener algo a lo que aferrarme.
Se empeñan en dirigir una vida que no les pertenecen, ¿por qué?, ¿Por qué?
Qué ganan con privarme de mi libre albedrío.

Quiero ser libre, como la gota de lluvia que se lanza al vacío;
como la mariposa libre de su prisión de seda.
No pido tanto, tan sólo la libertad que se me niega.

EL CIELO:


No quiero mirar el cielo porque temo que mi alma quiera marchar;
ese alma que ansía su libertad perdida.
Al mirar el cielo soy consciente de las cadenas que me atan
como un yugo opresor a este miserable mundo.
Sí, he sido consciente de mi prisión, he roto esas cadenas y mirado al cielo; ya no lo temo.
Y mi alma feliz marcha hacia él.

LA JAULA:


Jaula de oro barrotes de plata
en su interior se encarcela un alma.
Dueño de lo material privado de lo sentimental.
Jaula de oro barrotes de plata
en su interior se halla prisionero un corazón.
Un corazón y un alma cautivos que se le niega la vida.
Jaula de oro barrotes de plata.
Atrapado en su interior ve pasar la vida ante sus ojos
sin poder acariciarla con su aliento.
Jaula de oro, lagrimas;
barrote de plata, lagrimas;
el único sentimiento que escapó a la prisión.

LA PRISIÓN CORAZÓN:


Un relámpago de sentimientos ahogan mi corazón.
Están presos y cautivos con cadenas
como si fuese una prisión.
Los delitos cometidos:
sentir el amor prohibido.

Un relámpago de sentimientos ahogan mi corazón.
¡No pueden salir!, ¡no deben salir!
Los sentimientos, contrarios y disfrazados de razón,
como guardianes de la prisión,
jamás lo permitirán.

Qué dirían los jueces del exterior
ante un amor ajeno y contrario
al que nunca entenderán.
¡Un relámpago de sentimientos ahogan mi corazón... prisión!

TORMENTA:


Mi alma ha sido arrancada del árbol de la vida
por una tormenta carente de sentimientos que es el destino.
Es herida y atravesada constantemente por violentos rayos.
Rayos fríos como el hielo, que no dudan en lacerar mi débil corazón.

Mis ojos son nubes oscuras,
mi llanto la impetuosa lluvia,
el trueno mi grito de dolor.

Mi alma, cual hoja impulsada por el viento,
es siempre golpeada, una y otra vez,
contra el duro y afilado tronco de la vida.

Mis ojos son nubes oscuras,
mi llanto la impetuosa lluvia,
el trueno mi grito de dolor.

El mundo, como el árbol, no lucha y se mantiene mudo ante la pérdida
de una insignificante hoja;
una hoja que grita por sus sentimientos.

Mis ojos son nubes oscuras,
mi llanto la impetuosa lluvia,
el trueno mi grito de dolor.

LA ROSA:


Dentro de mi jaula, fría y solitaria, mi vida trascurría.
Con el paso del tiempo se iban marchitando los mejores años de mi existencia
para nunca regresar; una existencia insulsa y anodina, quizás la peor de las pesadillas.

Dentro de la jaula divisaba un mundo en movimiento, maravilloso y variopinto, del que jamás podría ser partícipe. Todo me parecía hermoso: el Sol, el aire, el viento; incluso el sonido perfecto del agua. ¡Dios que maravilla la creación!, pero luego volvía a ver los barrotes de mi jaula. La tristeza regresaba.

Un día inconcreto, ahora perdido en las inmensas brumas del tiempo, pero que sigue martirizando todos mis presentes, creía encontrar la esperanza que tanto anhelaba. Dentro de mi jaula, sin saber cómo ni por qué motivo, apareció una flor. La creación más perfecta del universo: la Rosa.

Por unos instantes me sentí dichoso, feliz y pletórico. Cada instante, una eternidad, la contemplaba, mimaba con todas mis fuerzas y por fin supe lo que era una sonrisa. Mi universo estaba, ahora, completo, y la jaula ya no me importaba. Cada noche deseaba con fuerzas que la luz del siguiente día volviera a renacer para contemplarla.

Pero el destino es traicionero, perverso y malvado. Cogí la Rosa, la abracé con amor y ternura, empapándola con mis sentimientos de cariño, y ella me correspondió atravesándome el corazón con sus innumerables púas, tan duras y afiladas como el frío puñal.

Dentro de mi jaula, fría y solitaria, cada día que trascurre sigo pensando en esa flor, pues cada intento por olvidarla es en vano. ¡Cruel destino!

EL ARROYO DE LA VIDA:


Cada día de mi solitaria existencia veo fluir las aguas del arroyo, que impasible e ignorante de mi presencia, sigue su curso con crueldad.

Me he sentado en su húmeda orilla; la he mirado con deseo y ternura; he extendido mis brazos para abrazarlo, pero todo ha sido en vano. Ha seguido su curso. Solo me consuela el haber posado mi reflejo sobre su turbulenta corriente.

Que crueldad la del arroyo, que frío su fluido líquido, que rápida su marcha. Y mi alma, desde su orilla, grita por un momento de calma.

Veo con impotencia como las demás almas se sumergen en sus aguas, la abrazan con calidez, y se dejan arrastrar por su impulso. ¡Ya se marchan! Gritó con desesperación: ¿Por qué se me niega tal derecho? ¡Yo también quiero sentir la corriente del agua sobre mi piel! ¿Qué me hace ser diferente a las demás almas? Respiro, siento, y mi corazón late en el interior de mi cálido pecho… ¡Quiero ser parte del Arroyo!

HABITACIÓN OSCURA:


Mi vida es un laberinto oscuro, una habitación sin ventanas con una puerta que da a ninguna parte.
Todo a mi alrededor es una noche perpetua de la que no consigo escapar; ¿cuándo veré el amanecer?
Busco la luz que me ayude a salir de esta negrura que gobierna mi destino, pero es tan difícil: ¿Por qué?
Busco una esperanza que me guíe al sendero de la vida, una ilusión que me ate a la calidez del Sol, al verde de la naturaleza, al frescor de la vida que se me niega. Quizás algún día encuentre a esa persona que sea la llave de mi esperanza.

QUIZÁS ALGÚN DÍA:


Siento como el mundo se encoge en mi pecho.
Es un puño que oprime mi corazón hasta exprimir la última gota de mi alma.
Son sentimientos que luchan por salir, por decir basta y recibir una caricia, la calidez de una sonrisa o el calor de un abrazo.

Cuán difícil es expresar lo que uno quiere decir;
me duele el alma y el mundo ayudarme no puede.

Escapar quiero, pero las cadenas son gruesas.
El mundo, la gente, mirarlos no puedo.
Bajo la mirada, pero nada cambia, todo sigue igual.
Cuándo mi alma se verá libre de esta prisión.

Mi alma se humedece con las lágrimas de la incomprensión;
los sentimientos se amontonan formando un nudo en mi garganta.
Pujan por salir al mundo exterior, pero es una lucha vana.
Me duele el alma, sí…me duele y no encuentro la solución.

Qué rumbo escoger, qué decisión tomar, qué hacer.
Se me niega la respuesta como al ciego la visión.
Mi alma está sentenciada a cumplir condena
con los barrotes forjados en un cuerpo material,
y del cual me es imposible escapar.

Cuán difícil es expresar lo que uno quiere decir.
Me duele el alma y el mundo ayudarme no puede

CALLE DESIERTA:



Mi alma está rota y mi corazón traspasado por una lacerante daga envenenada por el engaño y la traición. Mi alma está fragmentada en mil pedazos, como si fuera un puñado de cristales rotos esparcidos por el frío suelo; y el dolor de mi corazón es insoportable. ¡Qué crueldad!

Fuera, no es mejor: un mundo rebosante de engaños, brutalidades y envidias, maldad y tiranías, donde lo que importa a la gente es pisotear y aprovecharse de los demás. Que ironía, cuando luego, éstos mismos, tratan de apaciguar sus manchadas mentes revistiéndolas con la espiritualidad y las buenas intenciones.

Mi cuerpo vaga errante por este mundo de calles desiertas repletas de gente. Pasan a mi lado ignorándome, sin siquiera percatarse de que existo, trato de llamarles y de gritarles, incluso me interpongo en su camino para obstaculizar su rumbo incierto, pero de nada me sirve, me esquivan sin dedicarme una fugaz mirada. Me decido y me lanzo de nuevo a interceptar sus rumbos. Miro sus ojos y están vacíos, miro sus rostros y veo la ausencia de emoción: es un mundo gris, sin vida.

Trato de imitarles, seguir sus caminos hacia ninguna parte, pero no puedo, aún así no consigo llamar su atención, es como si yo no existiera; aunque, quizás, es porque no deseo parecerme a ellos en su inexistentes y engañosas vidas. Me paro en la calle desierta, me llevo la mano a mi dolorido corazón, victima del engaño y de la traición, y me doy cuenta de que él, mi corazón, es el único que no me ignora.

Málaga 14 de septiembre de 2009 cuando son las 1:03 de la noche.

ALMA PERDIDA:



Que difícil es esta vida cuando no se sabe qué rumbo tomar. Mi alma, errática y perdida en este mundo, presa de la infinitud del universo, siente la necesidad de un cambio. Un cambio que, paradójicamente, desconoce cuál es ni cuándo llegará.

Tan sólo sé que mi vida es prisionera de la cotidianidad. Una cotidianidad forjada con cadenas materialistas impuestas por la sociedad que nosotros mismos hemos creado y que, ciegamente, seguimos alimentando día a día con un ansia sin fondo. Gracias a esas cadenas indestructibles, que todo lo corrompen y disuelven como el más poderoso de los ácidos, mi alma se encuentra perdida y sin rumbo. Ilusiones, deseos, amor, esperanzas, cariño, la calidez de un abrazo, la vitalidad de una sonrisa, una beso, la complicidad de una mirada o la unión incondicional de dos almas sumidas en los sentimientos eternos del amor, todo eso se perdió para siempre en el pozo de los recuerdos forjados con el fuego de la mente. Quizás es que nunca cuajaron en mi interior, y que todo fue un engaño de los sentidos, limitados y finitos, de nuestro mundo materialista. Espero que un día mi alma se vea libre de todo perjuicio y engaño y encuentre el verdadero camino hacia su destino.

Qué difícil es esta vida para intentar expresar, con un lenguaje pensado y creado para lo material, las heridas abiertas en lo más profundo de mi ser: Mi espíritu.

Mi alma, espíritu, chispa divina, fue herida de gravedad por un alma, dubitativa, que en ese momento se dejó arrastrar por la influencia de lo palpable: la Materialidad que engaña con su falsa seguridad. Ese alma perdida no supo dejarse llevar por un sueño: la verdadera SEMILLA de la FELICIDAD.

(Escrito un día cualquiera de mi cotidiana existencia.)

12/9/09

ELLA:


Ella es como el viento,
la sientes y cuando crees tenerla
se ha ido.

Sólo estaba de paso,
para que la viera.
El destino la puso ahí,
no sé para qué;
quizás nunca lo sepa.

Ella es como el viento:
inmaterial,
un recuerdo.
Como la erosión producida sobre la roca.

Ella es una erosión en mi alma,
una firma de su presencia para la eternidad.